
- ¿Sabes bien a qué he venido?
El asintió con la cabeza y le dijo: - Sí, lo sé. Ya es hora.
La muerte confundida le preguntó a su víctima.
- ¿No vas a llorar?
Todos lo hacen, se arrodillan y suplican, juran que serán mejores, ruegan por una oportunidad.
¿Tú por qué no? Temeroso aún, y con un nudo en la garganta, Jorge le respondió: - ¿De qué me sirve? Nunca me darás otra oportunidad. Tú sólo haces tu trabajo. - Claro, solo hago mi trabajo.
- Tú has dicho que sólo hago mi trabajo, yo no decido la hora ni el lugar, mucho menos los detalles. Lo siento. Poca gente piensa en su FAMILIA en vida, pero al llegar este momento, todos piden lo mismo.
- No lo entiendes, dijo Jorge con tono de reproche, yo perdí a mi padre cuando tenía 17 años y mi sufrimiento fue grande, pero mi hija menor tiene tan solo 7, déjame decirle que la amo.
- Tuviste 7 años para decírselo, tuviste muchos días libres, muchos cumpleaños, fiestas y momentos en que pudiste decirle a tu hija que la amas. ¿Por qué solo pensaste en tu hija?
- Mi hijo mayor no me creería, y mi esposa, a ella no creo que le interese si la amo o no. Nos hemos distanciado mucho, es una gran mujer y excelente madre, no la supe valorar, ¡cómo me arrepiento! Pero mi niña, no hay día que entre yo por la puerta y no esté ahí para recibirme con un beso.
- Deja de hablar, ya se hace tarde.
- Está bien. Sabes, este momento hace que mucha gente haga conciencia de su vida. LÁSTIMA QUE SEA DEMASIADO TARDE.
- No todo es aburrido en la muerte, no te puedo decir lo que pasará, pero te propongo que juguemos ajedrez para matar el tiempo.
Con una sonrisa y una lágrima, Jorge dijo:
- Qué curioso, creí que no tenías sentido del humor. El juego se inició. Jorge no se calmaba, aunque comenzó ganando, consiguió un alfil y un caballo. Pero era obvio que eso no le alegraba.
- Pensaba en ser feliz, formar una linda familia, en formar parte de la sociedad.
- ¿Y lo lograste?
- ¿Es broma verdad? Me encontraste solo en mi cocina, durante la madrugada, y te pedí despedirme de mi familia y pedirles perdón.
- Es obvio que no lo hice. Si hubiese mostrado más amor a mi familia, la despedida no hubiera sido necesaria.
Ya las lágrimas se habían secado del rostro de Jorge, y de pronto exclamó suavemente ¡jaque mate!
La muerte sonrió y dijo:
- ¡Felicidades!
Suspiró Jorge y respondió: Es una pena que no sirva de nada. No me importaba ganar, de todos modos ya estoy aquí.
Un simple juego de ajedrez no aleja mi mente de la familia, de mis hijos, mi esposa.
Las lágrimas brotaron de nuevo en el rostro de Jorge, quien se cubrió el rostro con ambas manos.
Y mientras el sollozaba, la muerte exclamó:
- ¡Llegamos!
Jorge intentó calmarse, y al abrir los ojos estaba de nuevo en su viejo sillón, se secó las lágrimas,eran las 6 con 45 de la mañana.
Y en lugar de gritar ¡Estoy vivo! como lo haría cualquier otro, salió al patio y dijo con voz tenue:
- Gracias "DIOS" mío.
Caminó de vuelta a su casa, entró a la habitación de su hija, la tomó en brazos y fue donde su hijo dormía, le hizo cosquillas en los pies, y le dijo:
- Hijo, despierta, es domingo.
- No hijo, los desperté para decirles que los amo.
mucho menos pedir más tiempo; hazlo ahora y dile a tus seres queridos que los amas...
Si estás cerca de Dios, cuando te toque irte, te irás tranquilo y feliz, habrás cumplido tu misión.